martes, 17 de junio de 2014

titere

Despierto perdido, poseído por las ansias de luchar, de escapar de este lugar. Me atan cuerdas que me convierten en una marioneta, y juegan con migo, pensando que estoy hecho de plástico.
Mi corazón soportando el duro baile que crean los movimientos de mi cuerpo, mientras que el risueño titiritero me maneja riendo.
No puedo evitar derramar mis lagrimas, a los que los niños en el anfiteatro sorprendidos, se quedan por un instante paralizados. Mirando fijamente aquel que movía rítmicamente mis movimientos.
El tan solo les explicaba que lloraba de emoción.
Intentando contener mi cuerpo, evitando que moviera una extremidad mas. Pero al final resulto ser en vano, pues mis movimientos continuaron como si se tratara del tétanos, convulsiones, hiriéndome.
Termina el espectáculo, el titiritero me sujeta con su enorme mano, me guarda en una oscura caja, tan solo cierro los ojos, en el vació inmenso de una oscuridad eterna, en el claustrofobico lugar que crea mis miedos internos, con lagrimas en los ojos y un eterno suspiro, intentando conciliar el sueño, intentando adelantar el tiempo.
El insomnio se hace eco, pero me lo pienso dos veces, es la única forma de escapar, cuando nadie te puede controlar.
Con desesperación muerdo las cuerdas que me aferran a convertirme en una dulce burla, en un títere.
Haciéndome sangrar el labio, siento un dulce sabor a libertad, el extraño dolor paso desapercibido, ya que la euforia era lo que ahora ocupaba mi mente.
Esperando a que se hiciera de día, a que alguien curioso consultara el interior de la caja, el intentar salir victorioso, y correr por mis propios medios, sentir el sabor a libertad que tan lejano e sentido.
Un dulce niño, con una sonrisa juguetona, abre la caja con fuerte entusiasmo, como loco me dispuse a salir corriendo.
Mi intento fue en vano, pues mi cuerpo perdió toda su fuerza al aliviarme de las cuerdas que me ataban, caí sin cuidado en el duro suelo, rompiéndome mis huesos, aunque sintiendo un dolor mas grande, la perdida de la ilusión.
Se aproxima mi pesadilla, la veo a lo lejano acercándose desde la puerta, me recoge del suelo y me lleva a un extraño quirofano, donde mis inmóviles amigos se quedan mirando al suelo, haciéndome preguntarme que es lo que veían tan fascinante en algo que siempre habían conocido.
Las cuerdas se volvieron a unir en mi cuerpo, recuperando la fuerza, pero volviendo a ser manipulado.
Al menos ya no me encerraban en la oscura caja, tan solo tenia que soportar al día 1 dura hora siendo controlado, y a continuación estar encerrado con mis hermanos, mis compañeros, con 4 cuerdas atadas, y una cruz que me manipulaba.
Quizás fuera aquel titiritero aquello que las personas llaman dios, aquel que decide cual es nuestro camino y el sufrimiento que debemos llevar, pero al intentar apartar la cruz, caemos en una oscura realidad que nos paraliza, dejándonos inmóviles y sin fuerzas, asustados.
Quizás sea lo mejor, dejarse controlar, convertirse en una sonrisa en aquellos que abundan de inocencia, y ocultar nuestro dolor, nuestro sufrimiento. Ya que acumulamos sus preocupaciones.
Que mas da el camino que opte nuestro destino, si por duro que sea, podemos hacer feliz a aquellos que mas lo necesitan.

Aquellos de los que nos olvidamos y realmente están peor que nosotros. Aquellos que borramos, cegandonos, y despistamos que ellos continúan su lucha, con una peculiar sonrisa, mientras que angustiosa-mente embocamos a una peculiar demencia, que nos obliga a rescatarnos con pastillas.

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